Funcionaritis Crónica

Uno de los males de nuestro país es que sufre funcionaritis crónicaEspaña es un país inflado de funcionarios e instituciones públicas, lentas, caras y bastante ineficientes... Lo que hacen es muy poco en relación a lo que cuestan y que lo mismo que hacen podría hacerse con mucho menos dinero.

Hemos confundido dar un servicio a los ciudadanos con tener que hacerlo el estado o sus órganos a través de funcionarios. Yo no quiero que la persona que me hace el carné sea funcionaria y que por ello no tenga ningún estimulo para evitar que haya demora, va a cobrar igual a final de mes trabaje mas o menos, sea simpática contigo o antipática. ¿Que sentido tiene que quien pasa a entregarme las cartas por mi casa sea funcionario y no un empleado de una empresa que puede perder su trabajo y sueldo si sistemáticamente las pierde?

¿Por qué me tiene que atender un médico funcionario que va a cobrar igual si quedo contento o descontento con su atención y lo sabe?

¿Por qué me tiene que hacer el permiso de circulación un funcionario que cuando dice de cerrar la ventanilla le da igual que queden personas por atender?

Y ojo, no digo que todos los funcionarios sean iguales, líbreme Dios que yo también lo soy...

Los hay diligentes, trabajadores, honrados, entregados, amables... En gran cantidad... 

Pero también es verdad que, desgraciadamente, el régimen de trabajador público por su seguridad excesiva y el exceso de blindaje del puesto y como está regulado hace que seas bueno, regular o malo recibas lo mismo.

El funcionariado se crea en el siglo XIX para blindar determinados puestos ante los cambios políticos. Precisamente los puestos de autoridad para hacer cumplir la  leyes y los reguladores que las desarrollan. 
Fuera de las labores de autoridad, desarrollo de la regulación o inspección el funcionariado no tiene sentido. Tiene pleno sentido que el juez y el secretario judicial, los fiscales o abogados del estado sean funcionarios pero no el resto de personas, administrativos, auxiliares administrativos, celadores, etc., que les asisten.

Los servicios públicos que no sean autoridad o regulación deben ofrecerlos quienes lo hagan mejor, con más calidad y al menor precio y no el propio estado que lo que debe hacer es mantener la autoridad, regular, asegurar y controlar los servicios esenciales.

Así que en está cultura de "quiero ser funcionario para estar seguro, tranquilo tener un trabajo fácil y sin exigencias" debe finalizar, pues sólo hace aletargar el país y engordar el gasto público, el déficit, la deuda y apretar un poco más la soga al cuello de los contribuyentes que tienen que sufragar la baja eficiencia, de manera parecida a como sufragamos la compra de carbón nacional aunque sea más caro y malo que el que viene de fuera.

El funcionariado debería quedar reducido a las funciones muy concretas de autoridad, inspección y regulación, y aún en esos casos ser elegido por su vocación y actitudes de servicio al ciudadano y eficiencia; y poder ser duramente castigado o sancionado incluso con la perdida de condición de funcionario si no cumple con su cometido de manera diligente y adecuada ya que actualmente el régimen disciplinario funcionarial o estatutario es lento, burocrático, obsoleto y poco eficaz.

En la práctica hay un chiste que es escalofriantemente real. ¿Qué debe hacer un funcionario en sanidad, por ejemplo, para ser apartado permanentemente de su puesto? Directamente matar a  quien supuestamente tiene que curar y hacerlo con alevosía y testigos, ya que sino seguirá de funcionario esperando su próximo victima, absuelto por falta de pruebas y con su expediente archivado.

Para que este chiste desaparezca debería modificarse los estatutos de la función pública de manera que las sanciones a los funcionarios fueran justas pero también ágiles y ejemplarizantes.

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